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El día que un monstruo se enfrentó a una madre que no se rinde

By octubre 30, 2019 diciembre 16th, 2019 No Comments

Hoy hace ya más de 3 años  un monstruo intentó quitarme a mi hija. Lo intentó lentamente con síntomas silenciosos para que yo no me diera cuenta, al principio casi inapreciables, ella era una niña normal con ganas de jugar y saludable, nunca desde que nació había tenido problemas de salud, pero ese monstruo venía a por ella.
Cada día que pasaba ella tenía más hambre y más sed pero yo lo asociaba al crecimiento, estos niños crecen y comen como limas además si un niño come es que está bien sino dejaría de comer, eso es lo que decimos todas las madres.

Menudo monstruo más listo, sabe cómo confundirnos para poco a poco ir haciendo camino. Mientras yo, vivía feliz con mi forma positiva de ver la vida, mi hija estaba bien, ¡qué le iba a pasar! El monstruo me cogió terreno, él iba cogiendo más fuerza y haciéndose mas grande para poder llevársela, ella cada vez iba con más frecuencia al baño pero claro bebía tanta agua que pensé que era normal, este monstruo era listo, también intentaba confundirnos con síntomas parecidos a intolerancias alimenticias, ella a veces tenía dolores de barriga y de cabeza sin fiebre por lo que no llegábamos a identificarlo con ninguna enfermedad. Cada vez empezamos a ir al doctor con más frecuencia pero él tampoco detectaba nada, después de algunas pruebas, las intolerancias al gluten y a la lactosa estaban descartadas, era aparentemente una niña sana sin ningún síntoma grave, quizá era yo una madre loca que veía algo donde no había?

Yo intentaba quitármelo de la cabeza pero  ella estaba extraña, unas veces irascible otras cansada, yo la miraba de reojo y sentía que algo no funcionaba bien. Yo, su madre, que la había llevado dentro, conocía de memoria su cara desde el primer día que la vi, pero no encontraba la respuesta.
Ese monstruo seguía confundiéndome y me distraía porque ella había días en que estaba bien, totalmente normal y entonces yo me relajaba, pero no era más que una trampa del monstruo para engañarme.
Pasaron los días no más de un par de semanas y el monstruo creyó que era el momento de atacar, mi hija una noche se despertó aturdida, se había hecho pis y no sabía muy bien ni que había pasado, ese día la metí a la ducha y mientras la duchaba vi que sus bracitos habían adelgazado y sus piernas también, es una niña muy delgada pensé pero tanto, no.

En ese momento, mi corazón empezó a palpitar muy fuerte, estaba empezando a sentir al monstruo cerca, aunque todavía no lo veía, mientras la arrullaba con la toalla la miré a los ojos y no eran los de siempre, sus ojos habían cambiado, estaban tristes, hundidos, supe que algo no iba bien y que tenía que llevarla urgentemente al médico.

Desperté a mi marido y le dije que nos teníamos que ir urgentemente al médico que nuestra hija podía estar en peligro, encontramos las urgencias más cercanas y les dije directamente que quería que le hiciera a mi hija esa prueba que servía para saber los niveles de glucosa,ni siquiera sabía cómo se llamaba, el médico me escuchó y le hicieron la prueba, cuando vi a la enfermera correr para decirle al médico cuál era el resultado vi al monstruo, estaba mirándome desafiante pero con cara de disgusto lo había pillado demasiado a tiempo, por mucho que intentó distraerme su plan falló y no lo consiguió, lo pillé antes de que se la llevará. Ese día le miré a los ojos y le dije: ¿Tú que te creías? ¿Creías que te iba a ser tan fácil? ¿No sabes que te estabas enfrentando a una madre? ¿Tú no sabes que una madre lucharía por la vida de su hijo cada día, cada noche y cada hora si fuera necesario?
¿Ah, si? Me dijo el monstruo. Pues me lo vas a tener que demostrar si quieres que siga contigo. Ese día el monstruo me puso a prueba, me dijo que no se la llevaría pero que a cambio me pondría una condición, mi hija viviría con una enfermedad que se llama diabetestipo1, y yo, tendría que luchar por su vida las 24 horas del día sin descanso, calculando y suministrándole dosis de insulina, contando carbohidratos en cada comida, y controlando sus niveles de glucosa día y noche porque si me dormía demasiadas horas seguidas o me distraía, podría tener graves consecuencias.
Si sus niveles de glucosa bajaban demasiado podría perderla y si sus niveles de glucosas eran altos sus consecuencias a corto o largo plazo podrían ser muy graves, yo acepte sin dudar, no me daba otra opción.
Pero ese monstruo no tuvo en cuenta algo, el poder de una madre es inagotable porque una madre se nutre de cada abrazo, de cada beso y de cada sonrisa de su hijo.
A veces es suficiente solo mirarle para llenarse de energía y bueno, ni hablamos del poder que da a una madre jugar, bailar o simplemente darle besos y hacerle cosquillas por todo el cuerpo. Eso no me lo pudo quitar el monstruo y mientras una madre tenga eso, el monstruo no podrá hacer nada. Si, sabemos que está al acecho nos lo recuerda cada día. Él nos espera pacientemente a que algo falle o a que algo no sea exacto para recordárnoslo y que el miedo nos invada pero mientras aprendamos y controlemos las condiciones que nos puso, el monstruo no tendrá poder y no tendremos consecuencias.

Lo siento monstruo, te equivocaste, una madre no se rinde.