Hay montañas rusas que hacen más daño que las propias de un día de locos con la dulce. Montañas de estabilidad que cuesta mucho alcanzar y coronar y donde la naturaleza no perdona: de una patada puedes caer a la casilla de salida. De una patada, seguramente tengas que rehacer y rehacerte.

La estabilidad emocional es un campo poco tratado en diabetes. A pesar de que las cifras de ansiedad y depresión casi se duplican en nuestro colectivo (y que decir si se asocian otras patologías), el trato que se le hace a las mismas es patológicamente anecdótico. Llámalo sobrecarga de trabajo, llámalo falta de formación o que la figura de un psicólogo/psiquiatra sigue siendo algo que pocos disfrutan, un ave exótica dentro de los equipos diabetológicos.

Ante este panorama, vale la pena buscar un área de tranquilidad.

Por mucho que las noticias nos quieran poner el mundo patas arriba, los que aún tenemos un mínimo de bondad y respeto por el prójimo ganamos por goleada. Es misión tuya mirar a tu alrededor y buscar aquellas personas que te puedan comprender y ayudar.

La teoría dice que no necesitas mucho material para ser feliz… Y creo que esto se puede extrapolar a las relaciones que nos acompañan por nuestros años de existencia. En mi haber actual cuento con una familia pequeña pero que me quiere y respeta, un puñado de amigos que cuento con una mano y una pareja incondicional. No necesito más para estar tranquilo y confiar mis mayores temores en busca de una mano o abrazo que me genere lo que todos necesitamos: un sitio donde reposar, una palabra que genere la cordura que muchas veces falta y algo que es vital, la desconexión con el medio y la enfermedad.

Así que te invito a reflexionar y pensar que tienes y que te aporta. Desecha muy rápidamente todo aquello que te de quebraderos de cabeza, todo lo que en una balanza de un mínimo de negatividad… El que te quiere, nunca desnivelará la tendencia. Bastante tenemos con una patología que nos obliga a tomar infinitas decisiones y donde cada día puede parecer un mundo de la anterior…la única que debes de tolerar y por la única que no debes de tirar la toalla es por la dulce.

¿Y qué pasa si a pesar de un buen círculo me siento incomprendid@ en mi enfermedad? Por suerte existen comunidades y perfiles de gente con las que hacer piña.

Las redes han conseguido unir a los iguales, y aunque tardes meses o años en conocer a esa persona en directo, el apoyo que puedes conseguir de ella es brutal. Por ello, te animo a que te acerques por comunidades de Facebook como “El grupo de piratas con diabetes” o las ingentes cantidades de cuentas de Instagram que dan apoyo en diabetes (y donde yo me incluyo). Ver a tus “iguales”; aprender de ellos y conseguir apoyo y comprensión en tu día a día, ayuda y mucho.

La diabetes tiene un problema muy grande: es invisible. Invisible porque no es una palabra tan horrible (como puede ser un cáncer), y porque no da muestras físicas de su enorme complejidad. Por ello, unirte a iguales es vital; tan vital como que tu entorno conozca tu patología, tu lucha y el enorme esfuerzo extra que pones para disfrutar cada día de la vida.

Busca el amor y la sencillez en tu vida. Que para complejidades ya tenemos las de serie.