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Mi cuerpo me avisó y yo no le escuché

By julio 17, 2019 julio 29th, 2019 No Comments

Los síntomas de la diabetes a menudo son imperceptibles, otras no. Me flagelé mucho en su día pensando que podría haber ocurrido una desgracia, era cuestión de días, tal vez de horas. Mis síntomas antes de mi diagnóstico eran muy claros y yo no los asocié, no quise verlo. En su momento no asocié mi pérdida de peso con la visión borrosa, ni con beberme 5 o 6 litros de agua al día. Beber agua es sano, pensaba yo. Si mi cuerpo me pide beber agua, no puede ser malo. Madre mía. Lo pienso ahora y no sé si reír o llorar. Me despertaba de madrugada con una sensación de deshidratación brutal, podía beberme en ese momento 1 litro de agua en un abrir y cerrar de ojos. Qué calor, pensaba.

Por otro lado, llevaba tiempo pensando que debía ir al oculista porqué se me nublaba la vista. Achacaba mi cansancio y mi fatiga desmedida al trabajo, ahora sé que también tenía que ver con la diabetes. Esa debilidad no era normal. Y no hablemos de la irritabilidad que tenía en todo momento. Todo eso sumado a orinar con mucha frecuencia, tener un hambre voraz a todas horas y perder casi 12 kilos en tiempo récord. Inclusive mis continuas infecciones genitales y el olor «dulce» de mi aliento también eran síntomas de mi diabetes. Recuerdo nuestro viaje familiar a Grecia un mes antes del diagnóstico. Pienso en como me observaba comer mi madre y me entristece mucho el sentimiento de culpabilidad que tuvo al enterarse de mi enfermedad. Sí me pasaba algo. Ella, como todo mi entorno, me veía comer y creyó que mi metabolismo había cambiado, que mi nueva rutina deportiva me hacía quemar más calorías, pero que aparentemente no había por lo que preocuparse. Todo era fruto de la desinformación.

De mi tozudez por creer que estaba todo bien. Por no pararse ni un solo momento a analizar todo lo que estaba ocurriendo e ir al médico. Escuchemos a nuestro cuerpo. Yo ya me he perdonado por no hacerlo en su día.

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