Las enfermedades, como la diabetes, afectan tanto al propio paciente que la experimenta en primera persona, como a quienes forman parte del entorno de la persona afectada. Es muy importante la fortaleza mental de ambas partes, ya que mutuamente van a sostenerse en este camino. El entorno deberá apoyar a la persona con diabetes para que continúe con su vida, y aceptando siempre los límites que puede acarrear su enfermedad.

La familia o los amigos son un apoyo fundamental para los pacientes. Muchas veces incluso tendrán que cambiar sus hábitos para ir de la mano de la persona que sufre diabetes (también sucede con otras enfermedades). Cambios en la alimentación, en los hábitos, en la actividad familiar… Es importante que todo el entorno esté “educado” en esta nueva vida a la que se tienen que enfrentar. En el caso de los niños pacientes, es imprescindible que sean los padres quienes reciban educación en la diabetes y más adelante, con tiempo, sea el niño quién reciba toda la información.

De este hecho, en la diabetes aparecen en juego los DT3. Pero ¿qué es exactamente? Ser DT3 significa vivir la diabetes sin tenerla. Es vivirla a través de un familiar, un amigo o alguien muy cercano. El papel que juegan es imprescindible en alguien con diabetes, ya que se convertirán en el máximo apoyo, en el referente a quién acudir cuando no todo va sobre lo esperado y también al que acudirán cuando hay buenas noticias.

Es necesario que el “tipo 3” se adapte a esta nueva realidad, aprenda a convivir con la diabetes y conozca las características de esta patología, ya que de ello dependerá el poder apoyar y entender lo que le pasa a su familiar.

Si estás leyendo esto, seguramente tienes a un DT3 cerca o, de lo contrario, eres un DT3. Sea como sea, y como decíamos al principio, hay que mantenerse unidos en el camino y aprender a convivir juntos con nuestra compañera de viaje, la diabetes.